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¡Invitación para cenar gratis!

                                                                                                    Reflexión

   Imagine por un momento que Ud. recibe una invitación del presidente del país para cenar con él. ¡Qué emoción! Puede imaginarse seleccionando sus mejores vestimentas para asistir a tan magno acontecimiento, postergando cualquier cita que interrumpa dicho encuentro. ¡Imagine, imagine, imagine….pero no imagine tanto! ¿Por qué? Porque Ud. ha recibido una invitación de alguien mucho más importante, sí, la del Creador del Universo.

   Déjeme contarle. La última semana antes que Jesús fuera crucificado, enseñaba en el Templo, y se le acercaron los principales sacerdotes y  líderes para preguntarle con qué autoridad enseñaba eso (Mateo 21:23). Jesús refirió 3 parábolas para poner en evidencia su pecaminosidad y la de los que se le oponían. La parábola de los hijos, los labradores malvados y la fiesta de boda del hijo del Rey (aquí hay 2 parábolas en 1).

   La tercera parábola dice que ciertas personas fueron invitadas por el Rey a la boda de su hijo (Mateo 22:3) pero cuando todo estuvo dispuesto, no quisieron venir. Se les dio otro aviso por medio de mensajeros, los cuales fueron maltratado y algunos muertos (compare los profetas enviados por Dios al pueblo de Israel y los apóstoles en el Nuevo Testamento). El Rey mando llamar a otras personas que quisieran venir (Mateo 22:9). Esto suena como la Gran Comisión (Marcos 16:15). Ahora la invitación llega a todos “…malos y buenos…” (Mateo 22:10), igual que el evangelio, que es para todos, el cual podemos aceptar o rechazar.

   Dios quiere que todos sean salvos e invita a todos. También le ha enviado una invitación a Ud. (Ap. 3:20). Ahora viene algo, que a primera vista es difícil de entender,  el Rey «vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda» (Mateo 22: 11b). Muchos lo han interpretado de distintas maneras, lo más plausible sea que el invitado, insultó al anfitrión,  dado que en algunas culturas del Medio Oriente, la persona que organizaba la fiesta le brindaba una túnica a cada invitado, para que estuviera vestido apropiadamente y este hombre no lo estaba, a pesar de haber contado con la ropa que le había sido otorgada gratuitamente. Como sea, lo que nos interesa aquí, es lo interior y no lo exterior. Así como el Rey determinó  que este hombre no estaba vestido adecuadamente, es Dios en nuestro caso, el que determina si nosotros lo estamos, hablando de lo interno, nuestro corazón.

   Algunos de nosotros, después de haber aceptado la invitación de Cristo, debemos cuidar nuestra condición espiritual y cada tanto, preguntarnos ¿qué ve Dios en mi corazón?

   No basta con aceptar la invitación inicial del Señor, debemos estar correctamente vestidos espiritualmente (Hebreos 2:1, Stgo. 1:22). Una vez que nos hacemos cristianos debemos mantener nuestras vestiduras blancas (Ap. 7:9, 14) o perderemos nuestra salvación (Mateo 7: 21, 26).

 

   No desperdicie la oportunidad  que usted tiene por delante, si todavía no ha aceptado la invitación del Señor.

   Si ha aceptado la invitación, procure estar  correctamente vestido espiritualmente.  No insulte al Rey de Reyes tomando a la ligera su invitación. Fueron muchos los invitados a las bodas, pero pocos los que participaron de la fiesta.

 

   Mateo 22:14  Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.

 

   A.S.

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